LA CASA DE LA CERA EN CASTEJÓN DE MONEGROS
Artículo de EugenioMonesma para la revista ALACAY.
Octubre de 2016
En la calle del Rosario de la localidad de Castejón de Monegros nos podemos encontrar con una vivienda en cuyo portal figura un rótulo en el que se lee “Casa de la Cera”. En su interior se conserva un antiguo lagar para la obtención de la cera. Su propietario actual, José Puey, no ha llegado a conocer en activo este lagar pues compró la casa hace varias décadas por lo que solo puede informarnos de lo que le contaron de algunas de las partes de la estancia.
El conjunto fabril que servía para obtener la cera se podría dividir en tres partes: la zona de la caldera construida con ladrillos, el conjunto de prensado con todas sus piezas de madera, con contrapeso y recipientes trabajados en la piedra, y los moldes también de piedra tallada.
Pero antes de hablar de la cera en Castejón de Monegros, deberíamos reflexionar sobre la importancia de este producto, que en tiempos pasados tuvo gran demanda para diferentes usos.
LA IMPORTANCIA DE LA CERA
Hasta que se generalizó el uso de la energía eléctrica para la iluminación en el interior de las iglesias, la cera constituía la materia prima necesaria para la fabricación de las velas que se necesitaban para alumbrar tenuemente el espacio de culto. Y no era poca la cantidad que se utilizaba de esta sustancia producida por las abejas. Debemos tener en cuenta que con la cera se fabricaban los exvotos, los hachones y las velas de diferentes tamaños que los fieles ofrecían para pedir algún favor o para agradecer los bienes obtenidos.
En 1619, Francisco Diego de Aynsa, en su “Fundación, excelencias, grandezas y cosas memorables de la antiquísima Ciudad de Huesca” hace referencia a los Racioneros de la iglesia de San Pedro de la obligación de“sustentar dicha iglesia de cera, azeyte y otras cosas”; también dejó escrito que en la solemnísima procesión que se hizo a la llegada del cuerpo de San Vicente “Aportadoferro hizieron un arco los cereros todo de cera, que tenía mucho que ver”.
También se fabricaban con cera muchos de los exvotos o “presentallas” imitando miembros del cuerpo que, en agradecimiento por el bien obtenido o por la curación invocada, se ofrecían al santo, al Cristo o a la Virgen intercesores. El consumo de las velas en las manifestaciones religiosas del pasado aumentaba su demanda en algunas fechas fijas como la Semana Santa con sus procesiones y actos litúrgicos, el día del santo patrón y los días de fiesta local, y como ofrenda en los entierros y en la Noche de Difuntos. La proximidad a Castejón de Monegros de santuarios tan influyentes como el Monasterio de Santa María de Sijena, la Cartuja de las Fuentes o incluso el de Nuestra Señora del Pilar de Zaragoza nos hace pensar que la demanda de cera debió ser abundante en siglos pasados.
Exvotos de cera.
Algunos artesanos también necesitaban utilizar la cera en su trabajo. Los carpinteros y ebanistas tenían en la cera la materia idónea para dar lustre y una mayor conservación a los muebles. Los zapateros recurrieron a la cera para impregnar la liza con la que cosían los zapatos que fabricaban. Además, el componente base de muchos cosméticos, ungüentos, mejunjes y betunes ha sido la cera de abejas.
En 1798, D.Ignacio de Asso en su “Historia de la Economía Política de Aragón” nos habla de la exportación de la cera en los siguientes términos: “La cera ha tenido siempre gran salida para Castilla. Por lo que respeta al siglo XV tenemos un testimonio irrefragable en la petición 64 de las Cortes de Valladolid celebradas en 1447, en que se hace mención de la mucha cera, que se introducía de Aragón en Castilla. En nuestros tiempos se ha observado, que los de Maranchon, y de otros Lugares de la Serraníare corren los ingenios del Reino, y que alguna vez suelen adelantar el valor de las crecidas cantidades, que llevan a Castilla. También aparece algún indicio de este comercio con Francia en el siglo XV, en el Cabreo de peages fol 27, y 50”. La referencia a la localidad castellano-manchega de Maranchón, perteneciente al Señorío de Molina de Aragón, se basa en que muchos de sus vecinos se desplazaban por toda España para comprar los cerones resultantes de la corta de las colmenas; tras un proceso de exposición al sol en grandes eras, el color natural amarillento-ocre de la cera se transformaba en blanco y el producto final se manipulaba para ser vendido en escamas.
Sobre la producción de miel y cera en la Villa de Zuera, Ignacio de Asso nos informa que “La cosecha de cera se regula en 125 arrobas, a que corresponden en año bueno 500 de miel”. De estos datos podemos deducir que la producción de cera es la cuarta parte que la de miel en un año bueno, pero si el año se presentaba poco favorable o se morían algunas colmenas la producción de cera se mantenía en detrimento de la de miel, superándola en algunos casos. Sobre la producción en Huesca y su entorno nos dice que: “Según los informes de algunos Cereros de Huesca la cosecha de cera asciende anualmente en el Partido a 1400 arrobas. Hai para extraherla dos ingenios en dicha Ciudad, y otros dos en Almudebar; pero muchos se sirven de prensas de rincón”.
Ante la gran demanda de cera en otros tiempos y la comparación de su producción con la de la miel, podríamos afirmar que la cera no era un subproducto de los colmenares, sino una materia a tener en cuenta a la hora de dedicarse a la cría de las abejas.
Gracias a algunos vecinos, en el término de Castejón de Monegros he podido visitar varios arnales, colmenares o banqueras (Abión, Campaneta, Cortante, Dupla en el Guaral, Dupla en Valdeferri, los Artenes, los Maneles, Puyol, Regino, Cerrajero, Conejero, Popilo, Romairal, Campano, Foradada…), aunque eran bastantes más hace varias décadas los que almacenaban el fruto del trabajo de las abejas. La cantidad y el tamaño de este tipo de edificaciones para la cría de las abejas nos hace pensar en una gran producción tanto de miel como de cera.
LA CASA DE LA CERA:
Edificio de lacasa de la cera
Detalle de la boca del horno, casi ocultada por la pared del edificio que se construyó a menos de un metro de ella. A través de esta boca se producía la combustión en la parte baja de lo que era el horno. Para preparar la cera en una calidad óptima se necesitaba simplemente calor y métodos de filtraje, que aseguraran su pureza.
Cavidad en el horno para la colocación del caldero.
En la parte superior del hogar se encuentra el alojamiento para el recipiente de cobre. La caldera tiene la forma apropiada para encender el fuego debajo y colocar sobre ella un caldero que ajustaría perfectamente en el espacio circular, y que el propietario todavía conserva en su casa. En este caldero se vertían los panales secos chafados y convertidos en cerones, los cerones resultantes una vez extraída la miel y todos los desechos de cera que quedaran en el colmenar, mezclados con agua. Esta mezcla se calentaba durante un tiempo determinado y se hacía hervir en este caldero hasta que la cera se derretía. Es entonces cuando, con unos cazos de largo mango, se pasaba el líquido a la zona de prensado.
La prensa estaba formada por una larga viga de madera, fijada en un anclaje en el extremo más próximo a la pared; en el otro extremo, mediante un husillo de madera de cerollera, colgaba un contrapeso cilíndrico de piedra, que facilitaba la acción de palanca en el momento de prensar la cera. Esta fuerza de presión por el peso de la viga se ejercía al hacer girar el husillo y subir la piedra; ésta, con su peso, transmitía una fuerza de palanca sobre el espacio de prensado.
Como la prensa de Castejón de Monegros se utilizaba tanto para la cera como para el vino, este espacio disponía de dos recipientes diferentes, uno para cada producto.
En el caso del vino se utilizaba una prensa cilíndrica compuesta por duelas de madera fijadas con unos aros de hierro. Por la presión ejercida con la viga de madera sobre la brisa de las uvas depositada en el interior, el caldo o mosto se escurría entre las tablas vertiéndose en una coladera de piedra que, a través de una salida embudada, caía en el interior de un gran cuezo de cerámica.
Detrás de la prensa utilizada para el vino se localiza el recipiente tallado en piedra que servía para prensar el líquido obtenido de calentar las bolas de cera en el caldero. En el fondo de este cuenco se tallaron unos pequeños canalillos para facilitar la conducción del líquido prensado hasta el siguiente recipiente.
El proceso continuaba con el vertido del líquido caliente en el recipiente de piedra hasta llenarlo; pero antes de ello había que colocar en el hueco de la prensa unos filtros confeccionados con esparto o con otra materia vegetal, del mismo modo que se hace con las esteras en las prensas de aceite. Estos filtros encajaban a presión e impedían que las impurezas sólidas se colaran con la cera licuada. Sobre estos filtros se colocaba un “cepo” o cilindro de madera o de corcho sobre el que la viga ejercía la presión necesaria.
Por el agujero del fondo el líquido filtrado pasaba al primero de los dos recipientes de piedra situados en la base de la prensa y comunicados entre sí; en el primer compartimento, de forma cilíndrica, la cera se iba enfriando y separando del agua; ésta, por su mayor peso, se decantaba en el fondo y pasaba al segundo compartimento, de forma rectangular, a través de un orificio en la zona inferior.
De este último vaso se recogía el agua residual con un cazo y se vertía en otro recipiente con canalillo que sale al exterior, adosado a la pared justo detrás del anclaje de la viga; en el recipiente de recogida todavía se solidificaría algo de cera que estaría mezclada con el agua; la ligera inclinación del canal hace suponer que se utilizara con el fin de eliminar el agua residual.
A la vez que se extraía el agua por un lado, la cera, todavía caliente y líquida, se trasvasaba con los cazos al tercer espacio de trabajo que son los moldes de piedra. En estos recipientes se dejaba la cera a enfriar, quedando las piezas con la forma de su interior. Regando las pilas con agua fría se conseguía despegar los lingotes de las paredes de piedra, dispuestos así para la venta a los cereros.
Se podía obtener dos tipos de cera virgen, una con su color natural amarillento, que se utilizaba para la limpieza y abrillantado de muebles, y la blanca, destinada a la confección de los cirios, velas y exvotos.
Panes de cera y botes de miel obtenidos en el proceso.
En la actualidad, el uso de las ceras naturales producidas por las abejas ha sido sustituido por la cera de parafina procedente de derivados del petróleo.
Castejón de Monegros guarda un importante patrimonio relacionado con la cría de las abejas y la producción de miel y de cera que necesita ser protegido para que las generaciones venideras conozcan estos aprovechamientos de la naturaleza hoy transformados.