Recolección de la OLIVA
El olivo es uno de los cultivos tradicionales que casi todos los pueblos de la cultura mediterránea han explotado. El aceite obtenido de sus frutos fue considerado en la antigüedad como un excelente aderezo alimentario, combustible luminoso y hasta medicamento, sin dejar de contar que servía de moneda de cambio para las comarcas productoras.
Como todo proceso del campo para llegar a recolectar el fruto, primero se cuida, en este caso, el olivo. Para trabajar bien el olivar, en enero hay que pasar unos ganchos con el fin de romper la suela de labor que se ha formado en el resto de épocas del año con las labores superficiales. Para todas estas tareas, los campesinos tienen en cuenta el estado de la luna.
La poda se realiza cuando la planta está en parada vegetativa invernal y no hay riesgos de heladas. Los olivareros controlan el desarrollo de los árboles para conseguir un rendimiento óptimo en la producción de las olivas.
La recolección olivarera ha permanecido durante generaciones invariable en su cultivo y en sus formas de recogida. La época de recoger las olivas influye mucho en la calidad y cantidad del aceite. Es una labor en la que colabora toda la familia. Los últimos días de Diciembre y los primeros de Enero son los más apropiados para recoger el fruto de las oliveras. Hay un refrán popular que dice:
“El que coge las olivas antes de Navidad,
deja el aceite en el olivar”.
El método de “vareo”, aunque perjudical para el árbol, es y ha sido el más practicado. El trabajo comienza por extender los mandiles debajo de cada uno de los árboles que se van a varear, cubriendo un mayor espacio que el que ocupa la copa del árbol.
Cuando una olivera queda limpia de olivas, los mandiles, que antiguamente eran de lona y en la actualidad son redes de plástico, se extienden en la base de la siguiente olivera.
El acceso a las partes más altas y difíciles de las oliveras para varear su fruto, se hace con la ayuda de la escalera. Su gran longitud y la necesidad de ligereza para el transporte de árbol a árbol, obliga en su fabricación a la utilización de una madera de poco peso, como es el chopo.
Antes de la fecha de maduración, muchos frutos han caido al suelo, bien por el aire o por otros factores climáticos. Pacientemente, los más ancianos, las mujeres y los niños son los encargados de recoger, una a una las olivas en un capazo.
Al finalizar el día se recoge el fruto en sacos para llevarlo a la casa. Día a día, bajo el duro frío del invierno, los pocos sacos de olivas que puedan producir las viejas oliveras, esperarán extendidas y oreadas en la casa hasta pasar a su molturación.
Antiguamente, la “rematadura” de las olivas se celebraba entre todos los que habían realizado el trabajo, “matraqueando” con los palos en las escaleras.
Los “rampallos” son los rametes de hojas de la olivera. Antiguamente se aventaban las olivas en el mismo olivar con una pala de madera, echando los montones por el aire de un lado a otro, para que cayeran los rampallos, por su menor peso, a mitad de camino.
Triadas y limpias, las olivas se llevan en sacos al molino aceitero ó almazara, para procecer a su molturación y prensado.