El CORCHO
El Quercus suber es un árbol de madera dura que tiene el tronco revestido de una gruesa corteza, llamada corcho, compuesta fundamentalmente por células suberificadas y espacios vacíos, lo que le confiere tres excelentes propiedades para ser un buen aislante: poco peso, impermeabilidad y porosidad.
En la Sierra Norte de la provincia de Sevilla se encuentra la localidad de El Pedroso, centro vital de una intensa actividad humana desarrollada tradicionalmente en torno al alcornoque. Al llegar el uno de junio se inicia la temporada de la saca del corcho que dura todo el verano y finalizará el 30 de septiembre.
En el cortijo de Puerto Cid, a las 5 de la mañana de una calurosa noche de verano la actividad ya ha comenzado. Manuel y Tomás son los arrieros que acuden allí donde requieren los servicios de sus recuas de caballerías. La temporada de verano la dedican exclusivamente a la saca del corcho. Como todos los días, estos arrieros se han levantado pronto para aparejar una a una las ocho caballerías que componen la recua, con todos los aperos necesarios: Las cabezanas y bozales de cuero, exquisitamente adornados, que Manuel confecciona en los ratos que le quedan libres en el invierno, los bastes para evitar el roce de la carga en la piel de los animales, las cinchas bien tirantes para que la carga ajuste a la barriga y no se mueva durante el trayecto, el “garabato”, un aparejo especial de madera que permite transportar una voluminosa carga de corcho, y como remate el rollo de soga para fijar las cargas al “garabato”.
Los animales han comido y bebido, y tienen fuerza suficiente para hacer frente a la dura jornada que les espera. La recua de caballerías, conducida por los dos arrieros, se pone en marcha por los viejos caminos que recorren las dehesas de la Sierra Norte sevillana hacia el lugar de trabajo. Con las primeras luces del alba, aprovechando el fresco de la mañana, ya están en su puesto de trabajo las cuadrillas de corcheros. Estos grupos, dirigidos por el “manijero” o capataz, están formados por parejas o “colleras” que tienen diferentes funciones.
Los sacadores se encargan de extraer la capa de corcho que se ha formado en el alcornoque. Para ello llevan como única herramienta el hacha corchera, ligera y de filo curvo, con el mango de madera rematado en su extremo por un bisel para poder separar la corteza del tronco. A veces, también utilizan la “burja” que es un palo largo y duro con el que se ahuecan las panas de corcho. Para extraer la corteza de un alcornoque los sacadores trazan primero unos cortes que delimitan el trozo de pana a obtener y después la rajan con el hacha. Golpeando con el dorso de la herramienta, llamado “coto”, ahuecan la corteza y la extraen a continuación ayudados por la forma biselada del extremo del mango. En su tarea, los sacadores llegan hasta las ramas, siempre que éstas tengan el grueso suficiente que les permita resistir los posibles daños que puedan ocasionar al árbol cuando éste es débil. La jornada va avanzando y el sol afila la fuerza de sus rayos. Los sacadores apenas dejan tiempo para el descanso, prefieren avanzar en su trabajo antes de que el calor haga más difícil su tarea.
La saca del corcho es totalmente manual. En esta actividad no han podido entrar máquinas que sustituyan la pericia y la habilidad que tienen los sacadores para obtener las piezas o panas. Según el diámetro del árbol productor los sacadores dividen la capa suberosa en dos, tres o cuatro panas o planchas. En su tarea de golpear con el hacha, estos expertos sacadores deben procurar no herir la casca, que es la piel que fabrica el corcho y que aparece en carne viva al quitar la corteza. En el caso más favorable, la herida producida suele cerrarse rápidamente, pero los bordes de cicatrización dan lugar a que la formación de las capas anuales deje de ser uniforme, por lo que las panas no presentarían igualdad de calibre. Por cada dos colleras o parejas de sacadores hay un juntador que se dedica a recoger las panas de corcho al pie de los árboles y acercarlas sobre el hombro hasta un punto céntrico de apilamiento provisional con fácil acceso para las caballerías. Algunas cortezas salen en una sola pieza; para poder seleccionarlas y transportarlas hay que dividirlas en trozos más pequeños. De ello se ocupan los rajadores cuyo trabajo consiste en rajar y preparar el corcho con un cuchillo especial al tamaño apropiado para el transporte.
Un miembro imprescindible de la cuadrilla de corcheros es el aguador que se encarga de portear el botijo con agua a los compañeros, llenarlo continuamente y mantener fresco el líquido elemento. A media mañana, un buen bocado a la sombra acompañado de tragos de vino fresco servirá para reponer fuerzas y continuar con la otra media jornada que falta hasta las 2 de la tarde. En las cuadrillas de corcheros que pasan varios días en el monte lejos de su casa hay un ranchero que se encarga de elaborar la comida para todo el grupo.
A primera vista nos puede dar la sensación de que el alcornoque desprendido de su corteza se ha dañado, pero en este trabajo la explotación de los recursos y el respeto a la naturaleza van unidos. Para extraer el corcho, el árbol debe tener una edad de 30 años y un diámetro mínimo que, según las zonas del pais, es de unos 25 cm., aproximadamente. Cuando el alcornoque alcanza esta medida ya se puede descortezar. En la primera “saca” la capa de corcho, llamada “bornizo”, es muy basta y se emplea para la decoración por su escaso interés comercial. Durante nueve años se dejará descansar el árbol para que vaya regenerando una nueva capa protectora sobre la superficie desbornizada, más fina y uniforme, llamada segundero, pero que todavía tiene muchas grietas. Otros nueve años más de descanso habrá que esperar para que se produzca una nueva regeneración de las células; a partir de entonces, el corcho será de buena calidad. Cada nueve años, hasta los 150 aproximadamente que es la vida media que suelen alcanzar estos árboles, se podrán hacer los 10 a 12 descorches que admite un alcornoque. La cantidad de corcho producido varía con el tamaño y la edad del árbol, el lugar, las condiciones climáticas, la velocidad de crecimiento y el tiempo que transcurre entre los descorches. El beneficio en corcho de un alcornoque se mide en quintales. Un árbol puede dar, de promedio, unos tres quintales. Teniendo en cuenta que el quintal equivale a 46 kilos, el rendimiento medio por árbol sería de unos 140 a 150 kilos. Para transportar todos los quintales de corcho que día a día se producen en las amplias dehesas y montes de la Sierra Norte sevillana, Manuel y Tomás están presentes con su recua de acémilas, bien preparadas y entrenadas para esta labor. Allí donde los rajadores han dejado las panas, los arrieros cargan el corcho, aprovechando la máxima capacidad que permiten los “garabatos”. Aunque el volumen es muy grande, el peso aproximado de cada carga está entre los 140 y 150 kilos. Una vez que están llenos los garabatos sujetan la carga al cuerpo de la caballería para que no se desmorone y caiga al suelo durante el trayecto. Las caballerías, conducidas por los arrieros o por su propio instinto animal, transportan la carga hasta una gran explanada en las afueras de la dehesa llamada patio, donde se apila provisionalmente. Hasta este punto de almacenamiento provisional ya pueden acceder los camiones que cargarán las panas de corcho para trasladarlas a la fábrica donde se procederá a su transformación.
A las dos de la tarde el trabajo de la saca del corcho termina hasta el día siguiente. Han sido ocho intensas horas de trabajo, tanto para los arrieros y sus caballerías, como para sacadores, juntadores, rajadores y aguador. Al llegar al cortijo, Manuel y Tomás liberan de las molestias y del peso que les producen los aparejos a las ocho caballerías que componen la recua. Ellas también tienen derecho a un reconfortante descanso, a hidratarse con agua fresca del pozo y a una buena alimentación, pues al día siguiente habrá que volver al tajo y continuar con esta dura tarea. Los camiones han transportado el corcho hasta la planta de transformación de El Pedroso. Allí, en un espacio diferente se separa el “bornizo”, de inferior calidad, que será utilizado para fines decorativos. El corcho de mejor calidad recibirá el tratamiento necesario que lo transformará en tapones para las botellas.
La primera parte de este proceso comienza con la cochura, que se realiza tres meses después de extraer las panas. En unas calderas llenas de agua hirviendo se introducen dos fardos de corcho de unos 300 kilos de peso cada uno. Este baño de agua hirviendo dura una hora aproximadamente y, al mismo tiempo que se cuece, se van tapando los poros del corcho. De la cochura el corcho pasa a la mesa de calibrado. Dos personas se encargan de comprobar y seleccionar por gruesos cada una de las piezas. Para este trabajo no necesitan calibrador, lo realizan con los dedos, al tacto, basándose en la experiencia que dan los años. Una vez seleccionado por gruesos, el corcho se almacena en una bodega durante 15 días, donde le da el aire. Allí enriquece su calidad y se tapan mejor los poros.
La industria taponera se desarrolló a mediados del siglo XVIII, paralelamente a la fabricación de los envases de vidrio, y El Pedroso no estuvo ajeno a este proceso de elaboración de los tapones de corcho. El “rebaneado” consiste en cortar las planchas de corcho en tiras a la medida deseada para que salgan todos los tapones iguales. En la máquina perforadora se obtienen los tapones. El taladrador es la herramienta que penetra en el corcho y, una a una, va sacando las piezas cilíndricas a la medida determinada previamente. La perforadora manual ha sido sustituida por la automática. La mayor rapidez en el proceso permite aumentar la producción para poder competir en el mercado mundial de los tapones de corcho. Impulsados por aire a presión, los tapones pasan del perforado a los silos. Un operario se encarga de desleñar, tarea que consiste en separar los tapones que tienen desperfectos. Los tapones en bruto quedan dispuestos para su terminación en una fábrica cercana donde recibirán diferentes tratamientos de control, lijado, pulido y sellado. Después, los tapones se distribuirán a todas aquellas bodegas, tanto españolas como extranjeras, que han confiado en la calidad del corcho de la Sierra Norte sevillana y en la profesionalidad y experiencia de todos esos hombres que, año tras año, siguiendo la tradición familiar, dedican los meses del verano a la extracción y aprovechamiento de este producto del alcornoque.
ando en busca de corteza de corcho para utilizar en terrarios de unos 10 cm ancho mínimo y de 60 largo mínimo
dejo mi mail para que me contacten
serpientes2 @ hotmail .com
saludos
Hola, indicarte que nosotros no somos distribuidores de corcho, somos la productora que grabó el documental en su día, asi que siento indicarte que no sabemos quien te puede suministrar este tipo de producto que necesitas. Nosotros solamente distribuimos documentales.
Gracias por contactar con nosotros.
Un saludo!