Los PIÑONEROS
La producción piñonera en España se centra principalmente en la localidad de Pedrajas de San Esteban, en la provincia de Valladolid. Allí, las grandes extensiones de pino albar o piñonero dan trabajo a más de un centenar de personas que, en los meses invernales, desarrollan su actividad dentro de las extensas manchas verdes dominadas por el castillo de Iscar.
En el interior del pinar, unas piñas agujeradas delatan la presencia de ardillas y pitos reales que les han sacado sus frutos. Y es que, ellos son algunos de los habitantes fijos de estos bosques. Pero además de éstos y otros animalillos, entre los meses de noviembre y abril hay otros seres que pueblan estos parajes y tienen su medio de vida entre las copas de los pinos: Son las “ardillas humanas”. En las frías jornadas invernales se mueve por la espesura un trajín de hombres que van y vienen con escaleras, palos y cestos recogiendo la cosecha del año. Los piñeros, llamados popularmente “ardillas humanas” por su habilidad acrobática, son unos hombres que se dedican a arrancar las piñas de los árboles, después de remontar los más de catorce metros que separan el suelo de las ramas. Como ellos dicen, la altura de los pinos es de cinco metros de escalera, seis de vara, dos de hombre y dos o tres metros de escalada por el tronco. Cuando el piñero termina el recorrido de la escalera se ayuda por dos largas varas de aluminio, que hasta hace muy pocos años eran de madera y bastante más pesadas. Los piñeros llevan atados a sus botas unos ganchos que les sirven de ayuda para trepar por los troncos y desplazarse por el entramado de ramas. Mauro es un experto piñero. Además de su gran destreza para subir por los pinos, desde el suelo maneja con habilidad el largo palo o pértiga con el que golpea y tira las piñas que están en el exterior de las copas y que son difíciles de arrancar desde las ramas. En cada cuadrilla de piñeros hay uno o dos hombres que no tienen que subir a los árboles. Éstos se ocupan de recoger en unos canastos las piñas que han caído en el suelo y llevarlas a los remolques para su transporte hasta la fábrica.
En un claro del pinar, el fuego anuncia que ya se acerca la hora de almorzar. La jornada de los piñeros no es muy larga pues su trabajo se tiene que adaptar a esas pocas horas que permite la luz en los cortos días de invierno; eso sí, transcurre entre los pinos y allí tienen que calentarse o cocinar el alimento que les han preparado en sus casas. Tras el breve descanso del almuerzo, con el estómago lleno la tarde se hace más pesada, pero estas “ardillas humanas” deben volver a subir a los árboles para arrancarles su fruto. El riesgo de accidentes está siempre presente y han sido muchos los piñeros que han perdido la vida en fatales caídas desde los pinos o electrocutados al tocar con las varas de aluminio los tendidos eléctricos. Los piñeros que trabajan “con los pies en el suelo” se encargan de recoger las piñas en unos canastos hasta llenar la caja del pequeño camión que las sacará del pinar. Aunque en la actualidad el transporte se hace en remolques o en pequeños camiones, hasta hace muy pocos años las albardas tenían una gran utilidad para llevar las piñas a “cargaburro”. El señor Pedro ha venido con su burro para llevar algunas cargas en el carro. Cuando tiene una cantidad suficiente de piñas para hacer una carga, desapareja su burro y lo engancha al carro con el que sacará las piñas del pinar. Contando las piñas una a una, las va echando en el carro en manojos de cinco unidades que se denominan quinquenios. Una carga está formada por 55 quinquenios o manojos de cinco unidades.
Durante la primavera el pinar sigue activo y la sabia naturaleza no se detiene. Entre los meses de mayo y junio debe producirse la floración. Los nuevos brotes están esperando ese polen tan necesario para su fecundación, y muy cerca de ellos las bolsitas de polen están repletas de ese polvillo vivificador. Pero para que se produzca la polinización es muy importante que haga un poco de viento que mueva las ramas y desplace el polen por el aire hasta posarse en los brotes. Cada piña tarda tres años en desarrollarse: El primer año aparece ya un esbozo de la forma definitiva; en la segunda primavera, su desarrollo es notable; el tercer año la piña queda formada y dispuesta para madurar y ser recolectada en el mes de noviembre. Por tanto, en el crecimiento de cada pino conviven las tres cosechas.
Las piñas recolectadas se han guardado amontonadas en la fábrica esperando el calor, factor clave para completar todo el proceso natural de extracción de los piñones. Cuando llega el verano los piñoneros extienden las piñas en las eras para que su fruto salga de una forma natural por la acción de los rayos del sol. Si las lluvias no lo impiden, a los pocos días de intenso calor las hojas de las piñas se abren y muestran los piñones en su interior. Llega el momento de “partir las piñas”. Teresa, Mercedes y Julia se han dado cita en la era para extraer los piñones por el sistema manual que se practicaba hasta hace muy pocos años. Apoyando las piñas en un tajo de madera estas mujeres las golpean con una azuela y separan así las hojas y los piñones que caen mezclados en el suelo. Como este trabajo se realizaba durante varias horas seguidas, las azuelas debían ser muy ligeras para que no se cansara el brazo. Al final de la jornada se amontonaba con un rastrillo la mezcla de piñones y hojas y con una criba especial, que a través de sus agujeros sólo deja pasar los piñones, se retiraban las hojas. Pero los piñones todavía llevan otra cáscara y una piel u hollejo que habrá que separar. Las piñoneras recogen los piñones en un saco para partirlos tranquilamente en su casa y en un carretillo transportan los residuos de las piñas que se aprovecharán como combustible para las calefacciones.
Pero esa técnica manual ya ha pasado a la historia popular. Hoy, las grandes explanadas son recorridas por tractores equipados con unas palas especiales para recoger las piñas, que dejan caer al suelo los piñones, las hojas y la suciedad que se han desprendido durante el secado. Junto a la era de secar las piñas está la fábrica de Alfredo Muñoz. Los piñoneros cargan los pequeños camiones para llevar las piñas hasta las máquinas donde se van a extraer los piñones. En la fábrica, el camión descarga las piñas secas en una gran tolva y dosificadamente pasan por una cinta transportadora hasta la máquina de triturar. Allí, las piñas se rompen y los piñones caen mezclados con todos los residuos para pasar a un sistema de cribado mecánico. Con el movimiento continuo de la criba, por su propio peso los piñones caen por los agujeros a una bandeja y las cáscaras de las piñas se separan para ser enviadas a un montón aparte por un tubo sinfín. Una bomba de aire a presión separa la suciedad que haya pasado por las cribas. Una vez limpios, los piñones son cargados en un remolque para llevarlos a las máquinas de partir. Ese trabajo no corre tanta prisa pues la cáscara de madera conserva perfectamente el fruto y en estos meses de julio y agosto lo más urgente es terminar de abrir las piñas.
Un día antes de partir los piñones hay que remojarlos en un depósito con agua para que se reblandezca la cáscara de madera. De este modo se abrirán sin dificultad y el fruto quedará intacto. Los piñones húmedos y seleccionados por tamaños pasan entre dos cilindros que rompen su protección. A través de una criba cilíndrica los piñones son separados de las cáscaras de madera. Los piñones, que caen de los cilindros ya pelados, son recogidos en sacos sin su cáscara, pero algunos todavía llevan el hollejo. En la fábrica de Alfredo se utiliza otra máquina para quitar el hollejo o funda de los piñones, dejándolos preparados para la selección y limpieza manual. El proceso final consiste en revisar uno a uno los piñones y separar aquéllos que están partidos o defectuosos. Este trabajo se hace a mano por grupos de mujeres llamadas “mondadoras” que, sentadas en torno a una mesa llena de piñones, con sus dedos hábiles y la vista aguda dejan el fruto dispuesto para la venta. Pero toda esta maquinaria de partir los piñones se introdujo hace muy pocas décadas. Hasta entonces, todo este proceso se realizaba manualmente. Teresa, Mercedes y Julia se han juntado en una casa para quitar la cáscara de los piñones por el sistema tradicional de golpearla con una piedra.
Los sabrosos piñones recolectados en esta zona de Pedrajas de San Esteban sirven para dar ese toque final a los guisos y a la repostería tradicional o bien para saborearlos crudos. Pero sería bueno que, cada vez que disfrutáramos de esos ricos manjares, pensáramos que dentro de cada piñón hay una pizca de esfuerzo y riesgo de esas “ardillas humanas” de la Tierra de Pinares.
Dear sir
my name is nandan
and i wanted stone pine (about 500 grams)
can you help
please reply
nandan
matri bhawan, korrah, jabra road
hazaribag, jharkhand, pin:-825303
India
zazisae@gmail.com
+917542806984, +918877925585
Hola, siento indicarle que nosotros no vendemos semillas de pino. Somos una productora que realiza documentales.
Gracias y un saludo.
¿Puedo utilizar alguna foto para la revista de una asociación cultural de un pueblo?